- Su voz se ahogaba en mis ojos. Atrás quedaron mis manos sajadas por el antaño afán de escarbar en mi mirada y en la obscuridad de la misma. Siempre carcomido por la duda de por qué no podía contemplar aquel estanque. Y fueron los Mushi quienes se llevaron mi ojo. Y fueron ellos los que me obligaron a ser el que soy ahora, un Mushishi, y por eso les doy caza porque sé cómo viven y cómo mueren y en definitiva porque sé que moriré como uno de ellos. ¿No sabéis qué son los Mushi?

¿Sois capaces de verlos? Son criaturas parecidas a insectos que deambulan entre la vida y el más allá, son como la esencia misma de la vida y asimismo como la esencia misma de la muerte. Pueden afectar a tus sentidos e incluso a tus recuerdos, poseyéndote y fundiendo su ser al tuyo. Puede que alguno ya controle tu alma. Si en la noche más obscura veis un sendero de luz, apartad la mirada sino queréis quedar atrapados en un camino del que ni siquiera yo podría ser capaz de salir. -

- ¿No os quedaréis más tiempo en la aldea? - Preguntó un niño a Ginko.

- Ya no veo ningún rastro de los Mushi por aquí. - Respondió mientras se encendía un cigarrillo que iluminó su rostro por un instante. Le faltaba el ojo izquierdo.