Hay veces que un autor (ya sea dibujante, escritor, pintor o cantante) te comprende y hace lo que quieres ver. Hay veces que te sientes reflejado en cada uno de los planos que ves en una película. Y, sobre todo, hay veces que sabes que, si tuvieras el genio suficiente, harías algo muy parecido a lo que estás viendo.

Eso me ha pasado muy pocas veces en mi vida, y cuando un mismo autor te golpea tan fuerte repetidas veces, pierdes la capacidad crítica, te vacías como mente pensante y sólo queda de ti un amasijo de percepciones y sentimientos. Todo esto es muy bonito, y cierto, y si ahora en vez de dormir estoy escribiendo esta crítica es porque el señor Michel Gondry me ha vuelto a impresionar.

La ciencia del sueño es el nuevo título del realizador francés. Esta vez la película se la ha escrito y dirigido él mismo. Aunque Charlie Kauffman sea uno de los pocos genio de verdad que quedan en el cine estadounidense, Gondry ha querido demostrarnos que la complejidad de su mundo visual se puede extrapolar a la escritura de argumentos.

¿Qué nos cuenta en esta película?

Pues algo tan simple como que un Mejicano de madre francesa regresa a francia después de la muerte de su padre. Artista él, se encuentra con un trabajo mecánico de composición de calendarios. Y como no podía faltar la chica en la película, pues se enamora de su vecina. Todo muy normal sino es porque cada noche sueña un programa de televisión en el que se construyen sus propios sueños.

Con este esquema básico nos construye una teoría sobre el sueño (y sobre la memoria) que, como ya hizo magistralmente en Olvídate de mí, está plasmada con un universo visual complejo y metafórico. La genialidad de este hombre es que sabe teorizar sin olvidarse de la historia que está contando.

En la ciencia del sueño encontraréis preguntas y respuestas, afirmaciones y negaciones, pero , sobre todo, una obra de arte. Un espejo en el que puedes contemplarte sin paradojas y sabiendo que la ficción llevada a su grado más alto también es parte de la realidad.