Es un juego de fantasía y de conquista para grupos de 2 a 4 jugadores. Está ambientado en el universo de Descent: Viaje a las tinieblas. Cada jugador tiene la posibilidad de controlar una de las cuatro facciones para expandir su imperio, reclutar héroes y conseguir suficientes runas del dragón para dominar Terrinoth.












El objetivo del juego consiste en ser el primer jugador que controle seis zonas ocupadas por runas del dragón. Estas runas pueden conseguirse como premio tras completar una aventura, reclamarse como botín tras asediar una fortaleza con éxito u obtenerse al cumplir objetivos secretos.

Incluye figuras, fichas, cartas y un tablero totalmente modular. Vamos, que no le falta detalle. Si a todo eso le sumamos la fantasía épica y sus enormes posibilidades de acción, hacen que este juego sea un valor seguro para esas veladas en las que tus amigos parecen estar más aburridos que nunca. ¡A conquistar se ha dicho!

Raoul Servais nació en la ciudad de Ostende, Bélgica, el 1 de Mayo de 1928. Su padre era aficionado al cine y a menudo proyectaba cortometrajes, películas y trabajos de animación. Llegar a ser profesor de Bellas Artes en Gante, donde estudió, le permitió cumplir uno de sus sueños, realizar un corto de animación titulado "The False Note", que finalmente no vería la luz hasta años más tarde, pues quedó el proyecto parado por falta de medios y por la propia falta de experiencia de su autor con el sonido. Tras unos difíciles comienzos, logró el beneplácito de la crítica y de los certámenes que pronto empezaron a premiar su obra. Se rinde este año homenaje a toda su labor en el Festival Internacional de Cine de Huesca.

Es un juego de plataformas desarrollado por Housemarque y distribuido por Ubisoft. Tiene un originalísimo sistema de juego heredero directo de Ikagura. Acción a raudales sin más pretensión que la de pasar un rato entretenido. Disponible en Xbox Live Arcade.

El clásico juego de plataformas regresa este próximo Otoño con energías renovadas. Los desarrolladores, Ubisoft Montpellier han querido recuperar todos los detalles que hicieron que Rayman fuera un plataformas novedoso y original en su momento. No sólo le han hecho un buen lavado de imagen, sino que además, la historia se adentra en los orígenes del personaje principal, mientras lucha contra todo tipo de criaturas para detener a Bubble Dreamer de su intento de transformar el mundo con sus pesadillas. El juego estará disponible para PlayStation 3, Xbox 360 y Wii.

Es medianoche en París, la ciudad del amor, la ciudad de las luces y de la lluvia melancólica, ese lugar al cual iban todos los artistas en busca de un refugio inmaterial que no podían encontrar en sus ciudades natales. A principios de siglo XX, la urbe francesa se convirtió rápidamente en la metrópolis de la cultura y del arte, el lugar ideal, el shangri-la heterodoxo del surrealismo que le decía por fin adiós al arte decimonónico. Sin embargo, no todo era hermoso o bello ni tan siquiera elocuente o coherente. Allí había caos, allí había miedo, inseguridad, incertidumbre, rabia, ira, envidia... etc. A través de los pasos de un guionista de Hollywood, hacemos un recorrido por el retrato maniatado a los convencionalismos más austeros y las convulsas pulsaciones de los diálogos de Woody Allen, en exceso demasiado él y poco acertado. Recorremos las callejuelas parisinas de puntillas, apenas oyendo el eco de algunas palabras dejadas al azar por algún escritor de renombre, o las banalidades de algún pintor. Yo desconozco de qué manera se pueda definir a una ciudad con la historia de París, de qué forma se puede explicar a quien no conoce absolutamente nada de la cultura europea cómo de hipócrita o hermosa pueda llegar a ser. Sinceramente, dejen a París para los parisinos, para los turistas que pasean embelesados sin pretensión alguna más allá del gozo de disfrutar de una ciudad que dio mucho, pero arrebató muchísimo más y sobre todo, dejen tranquila la intangibilidad de su aire, aire de belle époque, aire de le grande siècle, aire del moulin rouge, aire de montmatre, aire que en definitiva, no pertenece a nadie, menos si cabe, a la volubilidad hollywoodiense.