8/4/09

PostHeaderIcon Dragon Ball Evolution: Making Off

Erase una vez un niño, de esos de mirada inocente, de esos que cuando veía a su madre ejercer la prostitución, exclamaba sonriente: ¡Hola mamá! ¡Necesito que me expliques un problema de matemáticas! Este niñito, al ver a su padre suicidarse lanzándose desde un balcón, le prometió: Papá, juro que me haré director de cine.
En la escuela todos se burlaban de él desde el día que le dijeron: Nadie puede lamerse el codo. A lo que él contestó, totalmente convencido: Yo sí puedo. Así, intentando lamerse el codo, pasaron los años de escuela. Antes de entrar en el instituto, su madre le dijo: FHDUINFSDNKVMIGJ... Ella no tenía ya dientes a causa de la cocaína. Nuestro futuro director, entendió: Tú puedes hacer cualquier cosa, ten fe en ti mismo.
Allí, en plena adolescencia, aprendió el arte del cine, aprendió a manejar el ritmo narrativo, la composición de la escena, fotografía..., además de seguir intentando lamerse el codo. Tras muchos y largos años vagando por el mundo y aprendiendo nuevos conocimientos, descubrió algo que le cambió la vida: No podía lamerse el codo. Entonces, se dio cuenta de que era el momento de cumplir la promesa de su padre. Manos a la obra, se aventuró en un proyecto de enorme envergadura. Reclutar gente para filmar su obra maestra. En los suburbios de una calle de Tailandia, vio a un heroinómano, y le dijo: Yo tendré fe en ti. Tú serás mi director de fotografía.
Repitiendo este mismo rigor basado en su amplia experiencia, eligió así a todos los integrantes de su nuevo equipo. El niño tartamudo, el proxeneta, el hombre de cincuenta años con afasia, la homofílica filipina, los gemelos coreanos... etc.
Ahora solamente faltaba la idea que lo encumbraría a la fama. Paseando por la calle observó cómo unos chavales jugaban, saltaban y disfrutaban emulando a unos personajes de una serie de dibujos animados de la televisión. Preguntó, y le dijeron: Dragon Ball. Estas palabras se le marcaron como fuego ardiendo en su mente, y tras un nuevo intento de lamerse el codo -este tic se le quedó-, fue a conseguir los derechos para la película. Pronto se enteró de que los derechos los tenía una compañía de noble prestigio americana.
No se rindió. Fue a América, sorteó varias banderas que ondeaban a su alrededor, y se plantó en los estudios de la Fox. Ellos buscaban urgentemente a un director. Le hicieron una entrevista, pero no salió bien. Entonces, nuestro director, les imprecó, a voz en grito:
Soy capaz de hacer una película digna de este estudio, es más, soy capaz de hacer una película que sea considerada una obra maestra, porque soy alguien que cree en sí mismo, porque soy aquel que tiene fe, porque nunca me he rendido, porque siempre lucho y porque -hizo una pausa y se intentó lamer el codo, como ya dijera antes, era un tic que...- soy el mejor director que jamás haya pisado este estudio.
Todo el auditorio estalló en aplausos, el proxeneta, los gemelos coreanos, algunos productores, otros aplaudían porque no tenían iniciativa y si alguien aplaude, qué coño. De este modo, le dieron la oportunidad de rodar Dragon Ball. De lo que sucedió de aquí en adelante, poco sé.

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